lunes, 22 de octubre de 2012

Casa Pakea en Galipán

Caracas siempre se ha destacado por tener una muy buena oferta gastronómica, primero creo, porque el Venezolano es muy esnob, pero no como algo peyorativo, sino que siempre se mantiene a la vanguardia e innovación de la gastronomía para no quedarse atrás de las capitales del mundo. Y segundo porque nuestra historia esta llena de muchísimos inmigrantes que vinieron huyendo de guerras y en búsqueda de mejores oportunidades, con maletas llenas de recetas que eran transmitidas de una generación en otra.

Y así, hace 20 años un vasco llamado Juan Manuel y que sus amigos apodan "Pakea" decidió establecerse en Galipán, a 1800 metros de altura, y a 30 minutos de la estruendosa Caracas, ofrecer a sus comensales, las recetas de su familia, cocina honesta, de olla, sin pretensiones, siempre cuidando lo mas importante, la materia prima. No es el único en esta zona de Galipán, un nuevo oasis gastronómico caraqueño, pero si es el primero.

Llegamos en el 4x4 que nos lleva desde el Hotel Avila, en San Bernardino, y llegamos a esta casa campestre, con una vista espectacular, de esas que quitan el aliento, al cerro el Avila y al Mar Caribe, nos quedamos como 10 minutos parados admirando esa vista, y respirando ese aire tan puro, repito: a 30 minutos de Caracas. Pasamos a la mesa, y comenzó el festín.

Nada mas al sentarte y te traen un pan casero bien hecho, siempre se agradece. Pedimos de entrada unas chistorras y unos tequeños, que estaban de muerte lenta, hechos con masa de hojaldre y rellenos con dos tipos de queso. Ofrecen platos a la carta y un menú de degustación, nos fuimos por la segunda opción. Si se van por esta opción, lleven hambre. Todos los platos los sirven en fuentes de 4 personas, lo cual hace la experiencia mas familiar aún.

Comenzaron con una terrine de Mero, decorada con una aceituna verde y un huevo de codorniz, con mayonesa casera, luego unos fritos variados que se componían de camarones y clamares rebozados y hasta mejillones, que ricos estaban... Seguidamente uno de mis platos favoritos, pimientos de piquillo rellenos de bacalao, acompañado de chipirones, los mismos en una salsa basada en su propia tinta. Luego un lomo de pargo al horno, servido con una salsa de tomate, el pescado estaba en su punto exacto, ni muy cocido ni crudo. Y para cerrar un solomillo de cerdo a la plancha con pimientos y croquetas de papa. Espectacular. Todo acompañado de un buen tinto. Imposible sentir hambre después de este festín cosaco.


 Y si, siempre hay espacio para el postre: Una natilla con manzanas o un tres leches eran las opciones. Me decanté por el primero, pero les digo que el segundo estaba mucho mejor. Un café para terminar y salir a caminar, taza en mano las horas de la luz del día que nos quedaban a ese sitio mágico, a un suspiro de la ciudad. 


miércoles, 10 de octubre de 2012

Un poco de varias cosas...

En el mundo de hoy la información se difunde a la velocidad de la luz. Esa posibilidad ha permitido que esta generación aprendiera a moverse a un ritmo vertiginoso. Hoy, la información es un bien de consumo, y estar a la vanguardia; una necesidad. Tener lo último en tecnología y estar conectado a todo momento con la noticia es un signo de nuestro tiempo.

No estoy en contra de la posibilidad de viajar al monte Ossa y filmar  a un demonio de Tazmania mientras emite un discurso sobre la incomodidad de vivir a la sombra de su mala publicidad. Y que puedas, claro está, darte el gusto de subirlo de inmediato a la red, y en pocos segundos, compartirlo amablemente con el resto del mundo. Resto del mundo que sin duda contribuirá a convertir el hallazgo en noticia. Hasta allí todo bien. No tiene nada de malo.

De lo que soy detractor (pues lo considero una terrible epidemia) es de esa capacidad virulenta que tienen los medios actuales, de convertir basura en moda y transmitir estupideces como información de primera linea. Lo que critico, es la saturación exagerada, generada por el bombardeo incesante e innecesario de información.

Sin embargo no todo es malo. De todo se puede encontrar según la capacidad e inclinaciones del usuario-consumidor-espectador. Por lo tanto, del mismo modo en que se imponen modas lamentables; también se cuelan otras más interesantes.
Cultura o esnobismo, la buena vida vende, y a todos nos gusta la idea de vivir bien. No es algo nuevo: La buena vida está de moda.
Sin embargo, muchas veces noto una diferencia entre el discurso y la práctica, y me incluyo. Vemos con admiración toda la movida culinaria, moda, etiqueta, decoración, etc... Pero comemos mal, vestimos mal, despreciamos toda etiqueta, y en nuestro día a día, y en general, me atrevo a decir que básicamente:
vivimos mal!
Puesto de otra forma: Pareciera que nos gusta mucho hablar de la buena vida, pero la vemos allá y nosotros acá sin dar el salto necesario para comenzar a disfrutar de ella.
Atención en este punto: No necesariamente, vivir bien, implica tener un ingreso de multimillonario.
Absolutamente todo se puede ajustar a nuestro presupuesto. Tal vez es un tema más de calidad que de cantidad. Pero definitivamente combina aptitud y actitud.
No hay que ser muy ducho o experto en materia de decoración, feng shui o numerología, para apreciar que entre dos espacios, el que esté limpio, ordenado y bien equilibrado nos brindará una mejor experiencia de comfort.
Que, apartando los gustos, una sopa suficientemente caliente es una bendición, y una carne cocida a punto una caricia para el paladar. Así como una ensalada bien fresca o la bebida a temperatura adecuada también la agradecen los sentidos.
Por otra parte, asumiendo que nuestros cuerpos son el vestido del alma. La ropa, que viste al cuerpo (¿superficial o realista?) refleja mucho de lo que somos y por tanto debería ir en concordancia. En este apartado, tener estilo no necesariamente implica vestir de marca. Sino saberse vestir. Apartando lo más posible caer en la frivolidad, un poco de elegancia nunca cae mal.

Sin más preámbulos, entraré en un tema que desde hace algún tiempo me viene seduciendo. Tema que tiene mucho que ver con esto del buen vivir. Viene de la creciente atención que ha recibido el mundo de la vid y del generoso néctar que los Dioses han tenido a bien obsequiarnos: El vino.

Consecuencia, moda, publicidad... No importa! El vino vino y vino para quedarse!
Dice una simpática expresión: El que al mundo vino y no toma vino ¿A qué vino? 
Y sobre este asunto del que tanto hay para aprender y disfrutar, me interesan: La exaltación al disfrute (al deleite de los sentidos) y la invitación a compartirlo. Hacer una pausa, consentirnos y disfrutar acompañados.
Es un hecho, descorchar una botella invita a beberla con alguien. Por lo tanto, este ritual debe ser visto como una fiesta, una celebración. Así sea durante la más cotidiana de las comidas o en una ocasión especial, la experiencia debe hacerse grupal, donde el mínimo son dos personas y el máximo lo pone la disponibilidad de botellas.
En definitiva, compartir, debe ser el ideal. Es el mayor de los placeres y una de las experiencias más importantes que debemos desarrollar si queremos vivir bien.

Por eso, a todos los amantes y entusiastas del buen vivir, los invito a internarse en este maravilloso mundo. Les aseguro que nunca más los dejará ir. Y siempre les hará sentir, que allí donde llegaron, los estaban esperando.

Antes que nada hay que sacudirse los temores, los prejuicios. Entender que la publicidad vende, incita y abruma. Como consumidores somos víctimas de este fenómeno. Para no desesperarse ante una inmensa torre de botellas entre cientos de bodegas y variedades, solo hace falta informarse un poco. Sin duda todo lo que se aprende nos enriquece.
Como en casi todo lo que implica cierta distinción hay presente mucho de esnobismo. Pero está bien, hay que partir de algún punto, y "simular" un poco es un peldaño que se debe pisar hasta llegar a ser verdaderos conocedores.
Solamente tres cosas se deben tener que son imprescindibles: Ojos, Nariz, Boca.
Lo demás se aprende.

Un dato curioso que me causa mucha gracia al recordarlo y que quiero compartir con ustedes es el siguiente:
Probablemente la primera botella relativamente costosa que compré (para una noche romántica) fue un Tinto Reserva, Argentino, de Bodegas Salentein. En ese entonces no tenía idea de que estaba comprando lo que en Francia se conoce como un Borgongne. Que debido a que había sido producido en Mendoza, llevaba el nombre de la variedad, en lugar de la prestigiosa denominación de origen francesa. Sin embargo, tenía alguna idea de que se trataba de un buen vino, puesto que había escuchado en una película una referencia a la delicada uva, de la cual algunos consideran, se extrae el rey de los vinos: La Pinot Noir.

Tiempo después, me tope con este dato curioso en una reseña:
"En el 2004 se estrenó la película  Sideways (Entre copas), en la cual el vino juega un papel importante, y en especial el vino de pinot noir. Como resultado, a raíz de esta película se vio un crecimiento importante del mercado para el pinot noir; las ventas de vinos a base de esta uva crecieron considerablemente en los Estados Unidos durante el 2005, y el mismo fenómeno se vio en países como Nueva Zelanda y hasta en Japón y China."

Si  más no recuerdo, en la fuente original comentaban en cifras, que el incremento en el consumo de esta variedad se disparó alrededor de un 30% después de la proyección de la Película.
Obviamente se trataba de un caso de publicidad indirecta. Cuya estadística yo mismo contribuí a aumentar.

Llego hasta aquí para decirles simplemente: Déjense llevar, más adelante se sorprenderán, tal vez se rían de ustedes mismos, pero sobre todo habrán disfrutado del camino recorrido.

Comparto con todos ustedes un curso gratis de iniciación al vino que pueden tomar, seguir y compartir por medio de la siguiente página:  http://clubamantesdelvino.com/home/curso-gratis-de-iniciacion-al-vino/

Salud!

GM




martes, 9 de octubre de 2012

Otto e Mezzo


 Cuando de referentes cinematográficos se trata, el cine italiano tiene para rato. Pero cuando hablamos de directores en general, Federico Fellini se encuentra en El monte Olimpo junto a los más grandes. Y sus películas entre las mejores de todos los tiempos.
Otto e mezzo, (Ocho y medio) filmada por Fellini y presentada durante el año de 1963, es una especie de vuelta de campana. Es la genialidad sacando a flote a la creatividad, justo en ese punto del camino cuando ésta; está a punto de hundirse. 

El gran Fellini, luego de rodar 7 películas (entre ellas: La strada y La Dolce Vita), mas una filmación compartida con otros tres directores. Se encontraba ya en la cumbre de su carrera y el gran público esperaba ansioso su próximo trabajo. 
Es justo en ese momento cuando el director italiano se ve afectado por una terrible crisis creativa. 
Antes de encontrar una solución, padece del estruendo habitual que rodea a las grandes celebridades. Muy probablemente se ve obligado a asistir a montones de eventos junto a otras celebridades, a conceder entrevistas y asistir a aburridas reuniones con actores, productores, etc… 
Se ve inmerso en la glamorosa escena italiana de los años 60, tan banal, superficial y vacía. 
Intenta distraerse, busca tomar un nuevo aire a través de su musas (Idea nada despreciable considerando diosas como 
Anita Ekberg, Claudia Cardinale...), refugiarse en su mujer, y probablemente en su amante. Pero no tiene paz. Busca apartarse y tratar de descifrar los fantasmas que rondan su mente. Lo imagino con la frase de Andrés Eloy Blanco: “desbaratando encajes” para regresar al hilo. Pero nada le vale y no encuentra nada. Lo único que nota es su gran falta de inspiración. 
El gran Fellini, quién había hecho tantos guiones para otros directores, no encuentra una historia que contar. Su medio y su posición generan demasiado ruido, y el ruido no le deja pensar...

Pero! Citando a Cortázar: "Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo". He aquí el fenómeno que plantea Ocho y medio, una película que lleva la experiencia personal de Fellini hasta la gran pantalla a través de Guido Anselmi, la personificación del director en crisis interpretado por el gran Marcello Mastroianni.
En una especie de laberinto o juego de espejos, Fellini cuenta los pormenores sobre cómo llevar a cabo un rodaje cuando no se tiene ni la más remota idea de acerca de que se va a filmar. La película es una estupenda ventana que nos permite asomarnos al interior del mundo cinematográfico.
El cine dentro del cine.

Una joya que vale la pena ver por su carácter intimista y autobiográfico. Porque muestra un lado muy humano. No es solamente la particular experiencia de un director. Para cualquier individuo que en su respectivo contexto haya atravesado una crisis ya sea creativa, emocional o de identidad.
Para todos aquellos quienes en algún momento de sus vidas se han sentido asfixiados, rodeados y asechados por diversas presiones sin saber de que aferrarse para levantarse. Sin duda esta película les vendrá bien y serán capaces de identificarse con el protagonista y al mismo tiempo valorar el humor y la sátira presentes en la historia.
 
En su título, Fellini dispara una especie de desafío épico. (Como el de Ulises frente al mar antes de su Odisea). -No es gran cosa, es solamente otra película, de hecho es la número 8 y medio, y no es más que eso- 
En mi opinión, son esta clase de astucias las que nos aproximan al dinamismo y la chispa del director como creativo. Y probablemente, también nos permita hacernos una idea del alivio que debió sentir al concluir su rodaje.  
En lo personal, de Ocho y medio concluyo: Siempre que tengas un problema busca la forma de convertirlo en tu mejor salida.

GM

Rayuela


Comienzo haciendo referencia a esta "contranovela" escrita por Julio Cortázar durante su estadía en Paris y publicada por allá en el año de 1963. Rayuela es (vista por fuera), uno más de esos objetos-símbolo tan maravillosos que nos legó la misma década que nació con The Beatles, y que luego de hacer el amor, promover la paz y hacer la guerra, ver caer a Kennedy y al Che Guevara, cerró con broche de oro colocando el primer hombre en la luna y celebrando el festival de rock más grande y legendario de la historia: los gloriosos años 60.


En otro contexto y algunos años antes, entre las teorías modernas relacionadas con la astrofísica. Einstein propuso que todos los cuerpos generan una curvatura en el espacio y como consecuencia de esa curvatura todo aquello que se aproxima al objeto es afectado por la pendiente de la fulana curva, resultando finalmente atraído hacia él. Es la forma en que la física moderna explica esa fuerza de atracción llamada gravedad.
Extrapolando, libros como Rayuela, son objetos que apenas irrumpen en el mundo, generan una enorme curvatura en el espacio y es con esa amplitud que ejercen una constante fuerza de atracción entre entusiastas lectores, soñadores y enamorados.  

Pero ¿Por qué Rayuela? Pues en principio, por su vanguardismo. “Por la invitación que extiende al lector a no ser pasivo, y participar activamente en un constante debate silencioso con el autor y el universo de su obra, que es el suyo propio”. Por brindar múltiples alternativas para su lectura. Por llevarnos a explorar nuevas y atrevidas formas y técnicas narrativas. Por la complejidad psicológica y la belleza presente en sus Personajes. Esa conciencia lúdica tan acertadamente representada en el juego infantil que le da su nombre; Rayuela. Por sus alegorías, sus encuentros y desencuentros. La maestría con que nos asoma a los límites, los abismos y los puentes de la conciencia, del inconsciente. Por los momentos en que roza con el surrealismo. Pero también por sus referencias artísticas, literarias, musicales (jazz), cinematográficas. Por la vida en Paris, sus calles, los puentes sobre el Sena. Porque, como todas las grandes obras es poseedora de un lenguaje propio, único, categórico. 
Por su metafísica, su lirismo. Por ser una obra espléndida y universal. Y quizás, por ser también una obra central de lo que fue conocido como el "Boom latinoamericano". Por esto y mucho más, la considero una lectura indispensable, obligatoria.  
Por otra parte, de un modo más personal, esta valoración deviene en que más tarde, su lectura, en una especie de comunión, se convertiría en punto de encuentro con el primer gran amor de mi vida.
Hoy, al recordarlo, vuelvo a abrir la caja de pandora y concluyo: 
No hay mejor libro para encontrarse, para enamorar y enamorarse. Para leerse pasajes antes de hacer el amor y también 
después, comentarlo en la mesa mientras se unta mantequilla sobre el pan y se sirve un poco de vino, mirándose a los ojos con la complicidad de los que comparten la intimidad y los libros. Por todo lo que tenemos de Horacio y de la Maga los eternos amantes. A Cortázar: Muchísimas Gracias!!!

GM

jueves, 4 de octubre de 2012

Paris, Rayuela y Otto e mezzo


“Como todos los grandes viajeros -dijo Essper- yo he visto más cosas de las que recuerdo, y recuerdo más cosas de las que he visto.”
(Atribuida a Benjamin Disraeli)

Comienzo este artículo con una confesión:
Tengo ya treinta años y aún sigo sin encontrar mi flujo creativo. 
Recientemente regresé de un viaje que me permitió experimentar una profunda introspección (Característica ya inherente a mi humanidad). Sin embargo esta vez, el ejercicio alcanzó un nivel insospechado. El destino: Paris, Francia.
Hoy, motivado por la responsabilidad más que por el impulso natural de quienes necesitan comunicarse, intentaré plasmar ordenadamente algunas ideas revueltas en mi mente; suerte de telaraña tejida por los  recuerdos de vivencias pasadas y recientes.
Con este propósito, uniré los siguientes tres apartados:
Cine, Literatura, Viajes.
Un libro: Rayuela
Una Película: Otto e mezzo
Un destino: Paris.

GM