martes, 9 de octubre de 2012

Otto e Mezzo


 Cuando de referentes cinematográficos se trata, el cine italiano tiene para rato. Pero cuando hablamos de directores en general, Federico Fellini se encuentra en El monte Olimpo junto a los más grandes. Y sus películas entre las mejores de todos los tiempos.
Otto e mezzo, (Ocho y medio) filmada por Fellini y presentada durante el año de 1963, es una especie de vuelta de campana. Es la genialidad sacando a flote a la creatividad, justo en ese punto del camino cuando ésta; está a punto de hundirse. 

El gran Fellini, luego de rodar 7 películas (entre ellas: La strada y La Dolce Vita), mas una filmación compartida con otros tres directores. Se encontraba ya en la cumbre de su carrera y el gran público esperaba ansioso su próximo trabajo. 
Es justo en ese momento cuando el director italiano se ve afectado por una terrible crisis creativa. 
Antes de encontrar una solución, padece del estruendo habitual que rodea a las grandes celebridades. Muy probablemente se ve obligado a asistir a montones de eventos junto a otras celebridades, a conceder entrevistas y asistir a aburridas reuniones con actores, productores, etc… 
Se ve inmerso en la glamorosa escena italiana de los años 60, tan banal, superficial y vacía. 
Intenta distraerse, busca tomar un nuevo aire a través de su musas (Idea nada despreciable considerando diosas como 
Anita Ekberg, Claudia Cardinale...), refugiarse en su mujer, y probablemente en su amante. Pero no tiene paz. Busca apartarse y tratar de descifrar los fantasmas que rondan su mente. Lo imagino con la frase de Andrés Eloy Blanco: “desbaratando encajes” para regresar al hilo. Pero nada le vale y no encuentra nada. Lo único que nota es su gran falta de inspiración. 
El gran Fellini, quién había hecho tantos guiones para otros directores, no encuentra una historia que contar. Su medio y su posición generan demasiado ruido, y el ruido no le deja pensar...

Pero! Citando a Cortázar: "Nada está perdido si se tiene por fin el valor de proclamar que todo está perdido y que hay que empezar de nuevo". He aquí el fenómeno que plantea Ocho y medio, una película que lleva la experiencia personal de Fellini hasta la gran pantalla a través de Guido Anselmi, la personificación del director en crisis interpretado por el gran Marcello Mastroianni.
En una especie de laberinto o juego de espejos, Fellini cuenta los pormenores sobre cómo llevar a cabo un rodaje cuando no se tiene ni la más remota idea de acerca de que se va a filmar. La película es una estupenda ventana que nos permite asomarnos al interior del mundo cinematográfico.
El cine dentro del cine.

Una joya que vale la pena ver por su carácter intimista y autobiográfico. Porque muestra un lado muy humano. No es solamente la particular experiencia de un director. Para cualquier individuo que en su respectivo contexto haya atravesado una crisis ya sea creativa, emocional o de identidad.
Para todos aquellos quienes en algún momento de sus vidas se han sentido asfixiados, rodeados y asechados por diversas presiones sin saber de que aferrarse para levantarse. Sin duda esta película les vendrá bien y serán capaces de identificarse con el protagonista y al mismo tiempo valorar el humor y la sátira presentes en la historia.
 
En su título, Fellini dispara una especie de desafío épico. (Como el de Ulises frente al mar antes de su Odisea). -No es gran cosa, es solamente otra película, de hecho es la número 8 y medio, y no es más que eso- 
En mi opinión, son esta clase de astucias las que nos aproximan al dinamismo y la chispa del director como creativo. Y probablemente, también nos permita hacernos una idea del alivio que debió sentir al concluir su rodaje.  
En lo personal, de Ocho y medio concluyo: Siempre que tengas un problema busca la forma de convertirlo en tu mejor salida.

GM

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